Juego De Azar: capitulo 07

Se que este blog trata de rock y moda... pero me he sentido deprimida ultimamente y que mejor remedio para la depresión que escribir, esta es una historia inspirada en sentimientos, ojala te agrade y por favor comenta. Derechos de autor estan reservados.
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CAPITULO 07: OSCURIDAD



Cuando te das cuenta que la vida es demasiado corta, y reflexionas sobre lo que haces con tu vida, piensas en si realmente vale la pena es esfuerzo para encajar con todos los demás. Mi padre nunca fue un hombre rico, pero vivió tal como eligió, se divirtió mucho; gozó de todas las facilidades y caminó siempre en el camino ancho y vano, olvidó su familia para realizar lo que para él era realmente importante. No puedo decir “pobre de él”, porque el disfruto y tuvo mucho más que lo que mi madre y yo tuvimos. Lo que si puedo decir es que en realidad, me da mucha lastima que haya tomado esa decisión tan radical en su vida, abandonarnos para ser feliz, porque él fue feliz a su manera, pero lamentablemente la consecuencia de su decisión haya sido la soledad. En mi deber de hija, nunca dude cuidar de él, cuando lo vi en esa cama de hospital, porque no me compete juzgar a mis padres. Yo lo perdoné, y durante el tiempo que lo volví a ver, y cuidar de su delicada salud, le di todo mi amor, y mi compasión, porque ese es mi deber de hija, amar a mis padres sin importar cuáles sean sus actos.
El día del funeral me sentí completamente sola, abandonada, sin más razones para vivir. En realidad no estaba completamente sola, mi madre estaba ahí, a mi lado, acompañándome en mi dolor; Roberto, mi amigo incondicional también asistió junto con los demás chicos del trabajo, Marta, Teresa y Daniel. Son esos momentos difíciles los que te demuestran quiénes son las personas que realmente se preocupan por ti.
Creo que las lagrimas son la mejor forma de desahogarse, peo en mi caso, esa tarde, simplemente caían, y caían sin para sobre mis mejillas. No sabría explicar cuantos litros de lágrimas salieron de mis ojos durante la semana, pero el dolor en mi pecho era mucho más potente que miles de ardientes cuchillos atravesándome el corazón.
Los días se sentían transcurrir demasiado lentos, y las largas y oscuras noches se sentían eternas. Los almuerzos en el trabajo eran silenciosos, dentro de mi mente no había nada, nada quedaba. Podía verlo en cada uno de mis sueños, y despertar en pesadillas. Podía sentir quedarme sin aliento, y sin ganas de levantarme para trabajar, sin ganas de beber agua, simplemente, sin ganas de existir. Había caído en la depresión mas profunda de mi vida.
Llego el lunes, y me fui a trabajar. Ya no había excusas para evitar a la gente, mi actitud me ponía en evidencia de cuán vacía estaba por dentro.
- Hola Jaz- me dijo Roberto acercándose a mi escritorio, como siempre lo solía hacer para buscarme tema de conversación
- Hola Robert- dije cabizbaja
- Preocupado por ti.
- Jum- musité
- No seas hostil conmigo Jaz, solo quiero ayudarte
- ¿Crees que necesito ayuda?- le dije con desazón
- Creo que extraño demasiado a la antigua Jaz, quiero que esa chica bromista vuelva, pues, realmente me afecta verte triste. Sabes cuanto siento por ti Jaz.
- No se que decirte Rob- lo miré y se me llenaron los ojos con lagrimas. Realmente necesitaba a mi mejor amigo.
- No llores Jaz, porque si lloras yo también lloraré, y tu sabes que aquí en la oficina todos piensan que es de maricas llorar.
- Todos sabemos que tienes algo de gay Rob- dije sonriendo entre sollozos.
- Dame un abrazo nena
- Por supuesto que sí, macho.
Abrasé a Roberto tan fuerte, con todas mis fuerzas, como un niño que abraza su almohada.
La semana ya no se sintió tan vacía. Y mi madre me daba muchas más fuerzas al llegar a casa, “Es bueno verte sonreír, cariño”, me decía.
Llegó el sábado sin más apuros. Todos en el trabajo parecían entusiasmados, es que así son ellos, haciendo planes para disfrutar a lo grande el fin de semana. Al medio día acabaría la jornada, y todos miraban con ansias el reloj. Me fui al tocador, a peinarme un poco, y ver si mantenía decente el rostro, encontré ahí a Martha mientras ella se retocaba el maquillaje.
- Hola Jazmín- dijo como siempre muy efusiva
- Hola Martha, ¿Qué de nuevas?
- Preparándome para el fin de semana
- Así veo
- Pues sí, ¿adivina quien saldrá con el jefe de marketing de Macasa?
- Déjame adivinar… Tú
- Así es, nos hicimos muy amigos en la fiesta del Onix
- Pues que bien por ti Martha, te deseo lo mejor en este fin de semana entonces.
- Gracias querida. ¿y qué planes tienes, Jaz?
- Nada importante. Bueno, me voy a continuar con mi trabajo
- Te veo. Chau
- Chau
Martha si que era rápida con los hombres, eso es todo lo que diré al respecto. Me dirigí nuevamente a mi escritorio a revisar algunos archivos en la computadora, la mañana era bastante silenciosa. Note que acababa de recibir un correo a mi bandeja de entrada, era de Roberto, lo abrí y decía “¿Qué harás esta tarde Miss Jaz?”, me reí mientras lo leía, y volteé la mirada hacía el extremo de la oficina, donde se sentaba Roberto, me miró sonriéndome con una cara de niño bobo, y yo le correspondí con una sonrisa cariñosa. “Estaré en casa, sacando telarañas xD” le respondí con otro e-mail. Revisé otra vez mi bandeja de entrada y recibí otra respuesta de Roberto “Entonces llevaré una escoba para ayudarte” decía.
Cuando el reloj marcó las trece horas, era la hora de marcharse, comencé a meter mis pertenencias a mi bolso y Robert se acercó a mí.
- ¿Con que vas a sacar las telarañas de tu casa?- dijo
- Sí Rob, soy una chica muy hogareña
- Pero no vi ninguna telaraña la ultima vez que me fui, me parece que quieres evitarme
- Jajaja, claro que no Rob. En realidad tenía pensado tomar una siesta durante la tarde, pero puedes ir a visitarme si deseas, tal vez prepare algún bocadillo para compartir.
- Gracias por la invitación Jaz, me encanta hablar contigo porque siempre tienes grandes ideas
- Jajaja, Búrlate Rob
- En serio, no me estoy burlando. Esta tarde la iba pasar muy solo y gracias a ti ya tengo con quien compartirla.
- No es nada Rob
- No seas modesta, te veo luego
- Hasta luego
Tome un taxi, regrese a casa. Desde la muerte de mi padre hace poco más de un mes, siento que cada instante que puedo estar con mi madre es valioso, es por eso que me encantan los sábados, el hecho de poder saborear la comida hogareña y ayudarla a cocinar siempre nos ha unido, desde que tengo 12 años, cuando comenzaron los intentos de mi madre por enseñarme el arte culinario.
- Hola mamá- le dije mientras le daba un beso en la mejilla
- Hola Jazmín, hijita- me dijo mi madre con su amorosa voz- el almuerzo te espera en la mesa
- Creo que me hiciste trampa mamá, te dije que yo te ayudaría a cocinar, pero veo que todo ya esta listo
- No te preocupes hija, tu lavaras la vajilla
- Siempre lo hago mamá, no tienes que recordármelo
- Sabes hija, me gustan los sábados, porque podemos pasar más tiempo juntas.
- Justamente yo también pensaba en lo mismo mientras regresaba del trabajo.
- Bueno, almorcemos
- ¡Oh! ¡Que rico! Me encantan los espaguetis
- Por eso los prepare hoy, como casi siempre almuerzas fuera
- Es por el trabajo mamá
- Si, lo sé hija, solo decía
- Te preocupas demasiado por mi mamá, ya no soy una pequeña
- Siempre serás mi pequeña. ¿Qué tal te fue en el trabajo?
- Pues bastante tranquilo, ¡ah! Me olvidaba de decirte, te acuerdas de Roberto, el chico que trabaja en la oficina, que también estudió en mi universidad
- Claro que sí Jazmín, siempre venía con la excusa de estudiar contigo solo para verte
- Jajaja, no exageres mamá. Bueno, vendrá en la tarde para ver pelis y comer algo, le invité a venir porque me dijo que la pasaría muy solo hoy, así que se me ocurrió la idea de invitarlo
- Que bueno hija, ya es hora de que tengas un novio
- Mamá, solo lo invite como siempre, como amigos.
- Esta bien, si así lo dices, no te refutaré.
- Estas muy graciosa hoy mamá
Después de almorzar tome una siesta,

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